El enigmático cantante Michael Stipe habla sobre "la enorme inseguridad de no ser elocuente", sus 30 años con R.E.M., y por qué se ve obligado a rehacer su mundo en un contrachapado de abedul.
Debido a la longitud de la entrevista que The Observer ha hecho recientemente al líder de R.E.M., hemos decidido traducirla en dos posts independientes. Mañana colgaremos la segunda y última parte de esta peculiar encuentro. Gracias por vuestra comprensión y paciencia.
Michael Stipe posando para el objetivo del Observer |
Lleva una chaqueta contra el frío, vaqueros, botas de trabajo, una bufanda de aspecto étnico, un ajustado gorro de lana y una barba abundante. Se le ve saludable, no como otras veces. En la solapa, una chapita de metal en la que pone "Michael Stipe". Esto es, por supuesto, muy Michael Stipe: artístico, travieso, incluso algo pretencioso. Un hombre pasa y le grita: "¡Michael Stipe!". Giro de cabezas. En el momento justo, se materializa el jefe de prensa y, para evidente alivio de Stipe, le hace pasar al ascensor que lo lleva a toda prisa a donde le espera el fotógrafo. "Acabo de darme cuenta de que todavía no he desayunado", le oigo decir mientras se cierran las puertas. Son casi las 4 de la tarde.
¿No había una peli de Spike Jonze llamada "Cómo Ser John Malkovich"? (por cierto, producida por la compañía de Stipe, C00 Films). Podría imaginarse fácilmente una titulada "Cómo ser Michael Stipe". Como el escurridizo, excéntrico actor, Stipe da la impresión de que existe dentro de su propio universo. Emana cierta alteridad, pero uno nunca está seguro de cuánto hay de natural en ello y cuánto aprendido.
"He estado observando el cambio de color del Empire State", dice, mirando distraídamente a través de la ventana, mientras llego a la sala que la compañía discográfica ha reservado para la tarde. Habla en voz baja mediante pequeñas ráfagas rápidas de palabras que, a menudo, no son coherentes. "Con frecuencia, me encuentro a mí mismo sin saber qué decir", reflexiona por un momento. "Hay programas de televisión a los que no voy porque no hablo así, no pienso así, no discuto así. Me he dado cuenta de que para intentar encajar en ese mundo tengo que reducir lo que tengo por ofrecer. Y tengo algo que ofrecer, pero simplemente es en un dialecto diferente, en un lenguaje diferente".
Stipe, en la época de "Green" |
A sus 51 años, Stipe ha sido el cantante principal de R.E.M. desde sus inicios, durante casi 30 años. El nuevo álbum de la banda, "Collapse Into Now", es el número 15 de su carrera. En el ínterin, el grupo ha ido del santoral indie "de culto" al estrellato mundial. El punto de inflexión llegó en 1991, con el lanzamiento de su séptimo disco, "Out Of Time", y su conmovedor single, "Losing My Religion". Esto causó en sus destinos el cambio radical que el bajista, Mike Mills, describió más tarde como "no totalmente positivo", ya que "te cambia la vida".
Incluso antes de esa fecha, Stipe parecía preocupado por el torbellino de la fama, agobiado por darle sentido a la gira de estadios que siguió al single de 1987 "The One I Love". Ha tenido una relación difícil con su propia fama desde entonces.
Stipe, ambiguo, en el Tibetan Freedom Festival 1998 |
La banda, todos amigos adolescentes de Athens, Georgia, sobrevivió a ese trauma en particular, así como al abandono de un miembro original, Bill Berry, que salió en 1997, pocos años después de sufrir un colapso por un aneurisma cerebral sobre el escenario en Suiza. Otro temblor ocurrió en 2001, cuando el guitarrista Peter Buck fue arrestado por agredir borracho a dos auxiliares de vuelo de la Brittish Airways en una violenta refriega sobre un bote de yogur en un vuelo a Londres. (Su testimonio fue que había mezclado una pastilla para dormir con una pequeña cantidad de vino. Fue absuelto tras alegar "automatismo sin locura").
El nuevo álbum, como su predecesor "Accelerate", suena a grupo que ha redescubierto su mojo (su esencia) tras una serie de discos que sonaban a gran banda de estadio con el piloto automático puesto. Hay canciones pop, hay canciones de rock más duras, y un raro y pequeño entre-canciones que nadie más podría hacer. Como siempre en los últimos tiempos, caminan en equilibrio entre lo auténtico, lo personal, y la fórmula. Y, como siempre, están las elípticas letras de Stipe que, dependiendo de donde te detengas, son el aspecto más intrigante o el más molesto de todo. No ha perdido la facilidad para los títulos. Una de las pistas, que podría ser la primera canción de rock sobre una ventosidad (él no lo dice), recibe el sugerente nombre de "Mine Smells Like Honey"; otra, que suena a ejercicio de asociación de palabras, recibe el nombre de "Alligator Aviator Autopilot Antimater". Aún más interesante es "Me, Marlon Brando, Marlon Brando and I", una especie de meta-canción pop que hace referencia a la "Pocahontas" de Neil Young.
Neil Young en 1966, hecho un indio |
Como se ha apuntado antes, Michael Stipe no es una estrella del Rock&Roll al uso. Para empezar, es demasiado inteligente para eso. Y demasiado curioso. En su tiempo libre es también activista (el LA Times apodó a R.E.M. como "uno de los grupos de rock más liberales y políticamente correctos" de América), productor de películas (fue acreditado como co-productor ejecutivo en "Cómo Ser John Malkovich", "Velvet Goldmine" y "Man On The Moon"), fotógrafo (publicó un libro de fotografías, Two Times Intro: On The Road, con Patti Smith en 1998), y, posteriormente, artista conceptual. Su obsesión actual, dice, es "hacer réplicas de piezas en bronce o en contrachapado de abedul" de objetos que tienen para él un encanto particular y personal. Entre las piezas se incluyen una Polaroid, un microcassette y un periódico.
"Hace unos cinco años me senté muy erguido en la cama y me dije: 'Quiero hacer escultura", dice, visiblemente cada vez más emocionado ahora que hemos dejado el disco a un lado. "No sé de dónde vino, y ni siquiera estoy seguro de qué es exactamente la escultura, pero sencillamente me golpeó como un camión. Estoy haciendo esas réplicas de cosas que tienen para mí un encanto personal con el fin de, supongo, explorar de alguna manera esa fascinación, con el fin de librarme de ella".
Una de sus piezas se llama "My Favourite Ever Edition of the New York Times". Ésta muestra la edición del periódico cubierta por una caja de plexiglás. ¿Podrías explicarme algo de ella?. "Es lo que es. La fecha de la edición no es tan importante como la experiencia que tuve leyendo el diario ese día. Era jueves. El Times siempre está muy bien los jueves. Así que decidí conmemorar esa experiencia conservando la edición en plexiglas".
Le digo que todo eso suena un poco Duchamp. Se ve momentáneamente ofendido. "Bueno, no soy un bromista. Hay sinceridad en lo que hago. Siempre, y a veces hasta el extremo. En cierto modo, eso es todo lo que tengo".
A menudo parece, desde fuera, que Michael Stipe es totalmente consumido por cada nueva pasión creativa. ¿Se considera a sí mismo obsesivo?. "Oh, Dios, sí, no hay duda"-dice riendo-"Estoy maquinando algo seguro. Pero ya sabes, parece como que hay una razón puramente egoísta en la creación, y no se trata de eso. Hay un ego y un deseo colosal de ser amado muy peculiar de las figuras públicas, de la clase de gente que hace lo que yo hago, pero creo que tengo bastante control sobre eso. Con las obras de arte, es más la necesidad de crear, de expresarme de otra forma. Es como algo que tengo que sacar de mí".
Patti y Michael, tan amigos |
Le pregunto si hay alguien en el mundo del arte que haya tenido la clase de impacto que tuvo Smith en su yo más joven. Piensa sobre eso un tiempo considerable. "Bueno, voy a ver un espectáculo de Brancusi con Patti en el Philadelphia Museum Of Art, de cuando ella estaba de gira con Bob Dylan en 1995. Tardó años en llamarme la atención, pero cuando lo hizo, el impacto fue increíble. Creo que Brancusi es una enorme presencia, tal vez el artista más grande del siglo XX. Miro su trabajo con asombro".
Stipe trabaja actualmente en una réplica de una escalera de Brancusi. "Es la diminuta escalera que hay entre su taller y su dormitorio. Se puede visitar gratis si estás cerca del centro Pompidou de París; abre todos los días. Es una de las cosas más hermosas que he visto. Todo el pensamiento del mundo entraba en esa escalera que él subiría cada noche y bajaría cada mañana, aunque el diseño fue probablemente inconsciente por su parte. Es un ejemplo de algo que me impactó, y quedé fascinado con ella, y luego llegó a ser una obsesión lo suficientemente persistente para convertirla en una pieza".
Continuará...
Artículo original: The Observer
No hay comentarios:
Publicar un comentario